Afortunadamente no soy muy fanática del cine. Ojo, me gusta,
pero no soy de esas personas que hacen de él su segundo hogar, de esas personas
que de tanto ir ya se conocen al señor que atiende en la boletería. Bueno, tal vez exagere un poco… Volviendo al tema, quisiera
hacer hincapié en el “afortunadamente”, para evitar así cualquier clase de
malentendido. Pues no soy ninguna resentida social, ni me abstengo al arte del
mundo cinematográfico. Mi problema pasa por otro lado: por las formas de consumirlo.
El otro día tenía ganas de ir al cine, lo que
no tenía era el “con quién”. En ese preciso instante pensé “ya fue, me mando sola”. Sin embargo,
después de un análisis exhaustivo, desistí. Lo primero es lo primero. Ante todo
se debe evitar el mal momento o, mejor dicho, los malos momentos. Es que ver
una película en esas condiciones es todo un proceso que va más allá del
sentarse frente a una pantalla gigante y comer pochoclos a cuatro manos.
La situación no es nada
sencilla. Primero se compra la entrada, la ÚNICA entrada. Esa que te hará ganar
la compasión de aquel que te la vendió
-
Buenas noches ¿En qué puedo servirle?
-
Buenas noches. Si,
quisiera una entrada para ir a ver...
-
¿Una entrada?
-
Si, una entrada
-
Ahhhh, la otra ya la compraron
-
¿Qué otra?
-
La otra entrada
-
Pero si vengo sola.
-
Uhh, perdón
Una vez consumada esa etapa, la etapa de los
ojos lastimosos, queda la de realizar la fila y… ¡Qué momento! Uno está ahí
solo, como un idiota, esperando que esa vendita puerta se abra, y alrededor hay
miles de pajeras felices que te miran como diciendo “Ay pobreeeee”. No, pobre las pelotas ¿Para qué quiero la
compañía de alguien si no vengo al cine a hacer sociales?
Luego,
una vez finalizada la película, salen a la luz millones de pensamientos, se
descubre el ABC de la cuestión y la soledad te da terrible cross ¿Por qué
ocurre? Porque por alguna extraña razón uno tiene esa pelotuda necesidad de
comentar lo que vio ¿Con qué sentido? Todavía no lo sé. No creo que cambie
mucho la historia repasar lo que sucedió a lo largo de esas dos horas. Es mejor
guardárselo como tema de conversación para una futura presa.
En fin, ni
mencionar la infinidad de conclusiones que vienen con el transcurso del tiempo…
Solo haré énfasis en una. Al principio dije que los que iban mucho al cine llegaban a conocer al que atiende en la boletería. Tal vez la solución está ahí, en ir más seguido y convertir al señor boletero en un terrible acompañante. Incluso hasta se podría conseguir entradas gratis. Por eso digo... Cine allá vamos.
Solo haré énfasis en una. Al principio dije que los que iban mucho al cine llegaban a conocer al que atiende en la boletería. Tal vez la solución está ahí, en ir más seguido y convertir al señor boletero en un terrible acompañante. Incluso hasta se podría conseguir entradas gratis. Por eso digo... Cine allá vamos.
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