viernes, 12 de julio de 2013

Los jajaja y sus múltiples interpretaciones

 El que emite aquella mágica expresión sabe con qué sentido lo hace, pero el que la recibe no necesariamente la comprende. Es que más allá de que algunos hagan oídos sordos o tengan problemas de entendimiento, los “jajaja” tienen múltiples interpretaciones. A veces simplemente decoraran el ambiente, otras  veces se llenan de emotividad y esconden un terrible mensaje subliminal. Todo depende del contexto y de sus formas. Por eso, con el objeto de evitar futuras malas interpretaciones, brindaré algunas pautas para interpretar a ese conjunto de letras que en más de una oportunidad nos supo dar un buen dolor de cabeza.

Según el contexto

Caso 1
  Un clásico son los “jajaja” que funcionan como adornos, que no ejercen ninguna clase de influencia. Su presencia no suma, pero tampoco resta. De esta manera, así como están pueden no estarlo.

-         Hola
-         Hola
-         ¿Cómo andas?
-         Bien ¿vos?
-         Bien ¿Qué hacías?
-         Nada, al pedo jajaja

Caso 2
  En sintonía con el caso anteriormente mencionado, cuando aparecen los excesos, surgen los “jajaja” crónicos. Estos no cumplen ningún rol en la conversación, pero al aparecer más seguido de la habitual generan molestias e incitan a la violencia.

-         Hola
-         Hola jajaja
-         ¿Cómo andas?
-         Bien jajaja ¿Vos?
-         Mal. Se murió mi abuela
-         Uhhh jajaja garrón
-         No se de qué te reís. No es gracioso lo que te estoy contando
-         Jajaja Es cierto
-         Y seguís…
-         Jajaja

Caso 3
  Otros “jajaja” utilizados con bastante frecuencia son los que detrás esconden un “te corto el rostro”. Su lectura varía de acuerdo a la situación. Pueden ir de lo más amistoso a lo más agresivo. De ello depende la persona que está en juego o su capacidad de percepción.

-         ¿En qué andas? ¿Qué hacías?
-         Nada. Descanso
-         ¡Qué lindo! Seguro estás divina con el pijama y toda despeinada…
-         jajaja  (uhhh pobre boludo)
-         Y encima te reís… ya te imagino con esa hermosa sonrisa y me derrito
-         Jajaja  (sos un forro y con ganas)
-         No te rías, te lo digo en serio
-         Jajaja (Deja de hablarme. No me interesas ni vos, ni lo que me estás diciendo)
-         Mejor seguí riéndote. Tu risa es como música para mis oídos
-         Jajaja (@%#$#&@%$#)

Caso 4
  Dentro de la familia de los “te corto el rostro”, están los “jajaja” que tienen por objeto terminar la conversación acomode lugar.

-         Hola
-         Jajaja
-         ¿Cómo andas?
-         Jajaja
-         Yo bien ¿Qué hacias?
-         Jajaja

Según su forma

Caso 1
  No todos los “jajaja” son decorativos, ni tienen un significado oculto. Algunos son sinceros. Sin embargo, cuando ello ocurre su estructura se ve modificada. Pues la risa se apodera del cuerpo y la emoción desborda los dedos.

-         Era como fantasmas… Buuuuu
-        O____O                                                                                                              Me imagino el terror
-         jajajjajajajajajajjjjaaajaj

Caso 2
  Por el camino de la estructura modificada, también están los “jajaja” intensos. Estos son los que aparecen con mayúsculas. Es importante aclarar que, depende la persona de que lo emite, pueden ser verdaderos o exagerados.

-         Vos sabes que ayer comí una aceituna
-         Noo JAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAAJAJAJAJ
-         Creo que no fue para tanto
-         JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ puede ser

  Los casos no se agotan, no son solamente estos. Hay muchos más. Pero les permito utilizar las neuronas e interpretar los “jajaja” de acuerdo a las circunstancias. Eso si… cuando la conversación se corta, se corta. 

viernes, 5 de julio de 2013

El cine y todo un mundo de sensaciones

Afortunadamente no soy muy fanática del cine. Ojo, me gusta, pero no soy de esas personas que hacen de él su segundo hogar, de esas personas que de tanto ir ya se conocen al señor que atiende en la boletería. Bueno,  tal vez exagere un poco… Volviendo al tema, quisiera hacer hincapié en el “afortunadamente”, para evitar así cualquier clase de malentendido. Pues no soy ninguna resentida social, ni me abstengo al arte del mundo cinematográfico. Mi problema pasa por otro lado: por las formas de consumirlo.

  El otro día tenía ganas de ir al cine, lo que no tenía era el “con quién”. En ese preciso instante pensé “ya fue, me mando sola”. Sin embargo, después de un análisis exhaustivo, desistí. Lo primero es lo primero. Ante todo se debe evitar el mal momento o, mejor dicho, los malos momentos. Es que ver una película en esas condiciones es todo un proceso que va más allá del sentarse frente a una pantalla gigante y comer pochoclos a cuatro manos.
  La situación no es nada sencilla. Primero se compra la entrada, la ÚNICA entrada. Esa que te hará ganar la compasión de aquel que te la vendió
 
-         Buenas noches ¿En qué puedo servirle?
-         Buenas  noches. Si, quisiera una entrada para ir a ver...
-         ¿Una entrada?
-         Si, una entrada
-         Ahhhh, la otra ya la compraron
-         ¿Qué otra?
-         La otra entrada
-         Pero si vengo sola.
-         Uhh, perdón

    Una vez consumada esa etapa, la etapa de los ojos lastimosos, queda la de realizar la fila y… ¡Qué momento! Uno está ahí solo, como un idiota, esperando que esa vendita puerta se abra, y alrededor hay miles de pajeras felices que te miran como diciendo “Ay pobreeeee”. No, pobre las pelotas ¿Para qué quiero la compañía de alguien si no vengo al cine a hacer sociales?
    Luego, una vez finalizada la película, salen a la luz millones de pensamientos, se descubre el ABC de la cuestión y la soledad te da terrible cross ¿Por qué ocurre? Porque por alguna extraña razón uno tiene esa pelotuda necesidad de comentar lo que vio ¿Con qué sentido? Todavía no lo sé. No creo que cambie mucho la historia repasar lo que sucedió a lo largo de esas dos horas. Es mejor guardárselo como tema de conversación para una futura presa.

   En fin, ni mencionar la infinidad de conclusiones que vienen con el transcurso del tiempo…
   Solo haré énfasis en una. Al principio dije que los que iban mucho al cine llegaban a conocer al que atiende en la boletería. Tal vez la solución está ahí, en ir más seguido y convertir al señor boletero en un terrible acompañante. Incluso hasta se podría conseguir entradas gratis. Por eso digo... Cine allá vamos.