Me gusta el humor que tenía Fontanarrosa y hasta me genera una cierta admiración. Es que no era un humor como cualquier otro. El "Negro" no se permitía caer en lo convencional, en el chiste fácil. No señor. Él iba más allá. Se ponía la camiseta, pisaba la pelota y jugaba con la riqueza del idioma. Inventaba las historias más bizarras, arrancaba con algo sencillo para, luego, llevarlo al delirio.
Hago un paréntesis, me tomo un momento para pensar y releer las ideas que acabo de plasmar. Descubro algo que no me cierra, una palabra mal utilizada. Busco otra para reemplazarla, pero me doy cuenta que no tendrá el mismo peso. Intento justificarme, saco de la galera varios argumentos: "nadie lo va a notar", "esa palabra está resignificada", "son pocos los que realmente conocen el significado". Ninguno tiene peso. Decido sincerarme conmigo y con los demás... Sé que bizarro se aplica a una persona que es valiente en su manera de actuar, pero, en este caso, lo utilizaré como si fuera sinónimo de "raro". Remoto lo que venía diciendo.
Tanta es la admiración que siento hacia Fontanarrosa que tengo casi toda la colección de sus cuentos, aunque debo admitir que todavía me quedan unos cuantos por leer. Por otra parte, confieso que parte de mi simpatía a Rosario Central se debe a él, a ese fanático que llenó de identidad al "canaya"*.
Acá les dejo el fragmento de uno de sus cuentos, para que se entienda mejor a lo que apunto...
" Puto el que lee esto
Nunca encontré una frase mejor para comenzar un relato. Nunca, lo juro por mi madre que se caiga muerta. Y no la escribió Joyce, ni Faulkner, ni Jean-Paul Sartre, ni Tennessee Williams, ni el pelotudo de Góngora. Lo leí en un baño público en una estación de servicio de la ruta. Eso es literatura. Eso es desafiar al lector y comprometerlo. Si el tipo que escribió eso, seguramente mientras cagaba, con el cortaplumas sobre la punta del baño, hubiera decidido continuar su relato, ahí me hubiese tenido como lector consecuente. Eso es un escritor. Pum y a la cabeza. Palo y a la bolsa. El tipo no era, por cierto, un genuflexo dulzón ni un demagogo. 'Puto el que lee esto', y a otra cosa. Si no te gusta bien y si no también, a otra cosa, mariposa. Hacete cargo y si no, jodete"
*No está mal escrito, es así como se lee. No es lo mismo canalla que canaya. La imagen lo dice todo
jueves, 2 de enero de 2014
miércoles, 1 de enero de 2014
La magia que esconde el "ok"
Me pongo una mano en el corazón, me sincero conmigo y con los demás: odio el ingles. No sé si será por el rechazo que le tengo al Imperio, por los dolores de cabeza que me generó durante la infancia o porque todavía no pude entender el idioma. Sin embargo, el desprecio no llega a ser ceguera. Pues soy consciente de la magia que contienen algunas de sus palabras. Una de ellas es el OK.
- Me enojo la actitud que tuviste el otro día
- ok
- ¿No me vas a decir nada?
(Visto a las 21.40)
- Veo que no, que no me vas a decir nada. Sabes qué... anda a cagar.
- ok
CASO IV
En algunas personas mayores es muy frecuente que el OK sea utilizado como un comodín, ya que muchas presentan dificultades a la hora de escribir. Les permite ahorrar tiempo, pero a veces resta en coherencia
- Voy a la casa de Juana. No vuelvo hasta tarde ¿Necesitas que lleve algo?
- ok
Para terminar, sé que la imagen no tiene mucho que ver con el tema en cuestión, pero los Monsters, Inc me caen simpáticos.
¿Por qué digo que guarda cierta magia? Simple. Porque si bien conocemos su significado, la mayoría de las veces le damos una utilidad distinta a la que verdaderamente tiene.
CASO I
Un clásico es usar el OK para mostrar enojo y despertar la irritación del otro. A mi entender, vendría a ser una forma elegante de mandar a la mieRRRRRRRRRRda a alguien.
(No hay que olvidar que, como decía Fontanarrosa, el acento de la palabra "mierda" está en la "r")
- ¿Te parece que vaya a tu casa a eso de las 17?
- ¿¡Ehhhhhhh!?
- ¿Si?
- Si
- Bueno, pero yo no voy a estar en casa.
- ok
CASO II
Este vendría a ser hermano del caso anterior. Su efecto no varía, sino que se busca potenciarlo con una palabra que le resulte complementaria.
- ¿Te parece que vaya a tu casa a eso de las 17?
- ¿¡Ehhhhhhh!?
- Habíamos quedado que hoy iba...
- ¿Si?
- Si
- Bueno, pero yo no voy a estar en casa.
- ok. Beso
En esta ocasión resulta importante aclarar que puede producirse un efecto revote que termine despertando la peor de las tempestades ¿Cómo se produce ello? Con una simple contestación.
- ok. Beso
- Beso
CASO III
Si bien esta utilización no es tan frecuente como los anteriores, también tiene su injerencia. Cuenta con dos virtudes. Por un lado Muestra desprecio, indiferencia y hace sentir al otro como un "cero a la izquierda". Por el otro, posee la capacidad de generar, y hasta potenciar, el enojo.
- Me enojo la actitud que tuviste el otro día
- ok
- ¿No me vas a decir nada?
(Visto a las 21.40)
- Veo que no, que no me vas a decir nada. Sabes qué... anda a cagar.
- ok
CASO IV
En algunas personas mayores es muy frecuente que el OK sea utilizado como un comodín, ya que muchas presentan dificultades a la hora de escribir. Les permite ahorrar tiempo, pero a veces resta en coherencia
- Voy a la casa de Juana. No vuelvo hasta tarde ¿Necesitas que lleve algo?
- ok
Para terminar, sé que la imagen no tiene mucho que ver con el tema en cuestión, pero los Monsters, Inc me caen simpáticos.
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